La odisea de una separación con hijos

Cada uno es libre de sus actos y responsable de sus consecuencias.



Para los clásicos, la odisea era el largo viaje de regreso a casa de Ulises después de la guerra de Troya. Un camino lleno de dificultades, obstáculos, retos, días de confrontaciones, momentos de paz, hasta llegar a Ítaca.

Si lo comparamos con una separación con hijos, es una verdadera odisea. Es un camino que se inicia cuando dos adultos deciden separar sus vidas como relación de pareja.
Pese a que cada uno cogerá una dirección diferente en este viaje, de manera sistémica, siempre mantendrán la conexión de los hijos.

En la mayoría de casos, estos dos adultos, un día se vieron por primera vez, se gustaron, se enamoraron, decidieron tener una relación.
Durante la relación, fueron amantes, confidentes, cómplices, convivieron bajo un mismo techo, conociéndose sus luces y sus sombras, también muchos momentos felices y otros no tanto.

En la mayoría de separaciones, viene una lucha por defender cada uno lo que entiende, tratando de convencer al otro su forma de ver las cosas, de imponer, de negociar, de luchar. En muchas ocasiones, de usar aquellas confidencias y complicidades para dañar al otro. Los adultos entran en una competición y dinámica que los desgasta, incluso usando a los hijos para dañar, manipular o condicionar al otro.

Los hijos pueden llegar a sufrir la incoherencia de dos realidades distintas. Llegan a evitar la confrontación de esos dos mundos por fidelidad, no quieren traicionar. No importa si en uno de los núcleos familiares sufren maltrato, el instinto de permanencia es más fuerte.

Existen realidades realmente frustrantes y dolorosas que resultan difíciles de sostener. Separarse nunca es fácil y puede ponernos en duda con la decisión de romper el vínculo. La culpa puede llegar a ser nuestro peor veneno. Ya sea una decisión conjunta o unilateral, la separación nos toca algo muy profundo e interno. A veces por presión cultural de “hasta que la muerte nos separe”, por nuestro carácter luchador, o fruto de un apego inseguro. Lo que está claro es que algo se quiebra, y eso duele.

Tengo una mala noticia, nada ni nadie puede evitar que haya dolor en este proceso, bueno seguro que esto ya lo sabes. La buena noticia es que serás capaz de sostenerlo si trabajas en ti y transitas este proceso desde la construcción y no desde la destrucción. Sólo dando espacio al dolor, a la aceptación y a recalcular tu vida, llegarás a la plenitud y paz interior.

Como hijo de padres separados, con dos separaciones en mis espaldas: una armónica y cuidada, otra un verdadero infierno.
En ambos procesos, el acompañamiento a mis hijos no fue fácil, debía sostener el dolor de cada uno, mostrar entereza, motivación y explicarles que los papas se querían, pero que debíamos tomar caminos diferentes, hubo momentos de silencio que mataban, reír cuando lloraba por dentro, caminar firme cuando me tambaleaba, transmitir que todo iría bien cuando yo mismo no sabía ni por donde tirar, abrazarlos cuando lloraban sin mostrar mucha debilidad.

Yo era el que les tenía que mostrar la máxima firmeza, optimismo y ofrecerles momentos de alegría, finalmente y por suerte, el tiempo lo pone todo en su sitio, poco a poco se fue integrando esta nueva realidad en nosotros, fue apareciendo la luz en tanta oscuridad y finalmente, juntos conseguimos crear nuestro propio ecosistema hasta hoy.

Desde estas experiencias y compartiendo con muchos padres y madres separados, puedo decirte que no hay un método infalible, pero sí técnicas que ayudan a mejorar el ecosistema familiar.

Con la “técnica del foco” te acompañaré en el proceso y te aportaré herramientas para atenderte. Desde aquí, conseguirás acompañar a tus hijos de la mejor manera posible en su proceso de vida.

Podrás ver con más claridad los objetivos más nucleares, donde enfocarte, donde concentrar tus energías y sobre todo, podrás caminar hacia tu meta con la seguridad, firmeza y claridad que se necesita en estos momentos.

La técnica de acompañamiento que uso, es enfocar lo que realmente es importante, lo que depende de ti, lo que hará que tus hijos tengan una buena guía. Trabajaremos juntos el desenfocar lo que no depende de ti, lo que no es importante, lo que no es útil, en fin, aquello que te hace daño y te descentra de tu maravilloso camino.

Te propongo un ejercicio

Coge un folio (o varios) y córtalo en tres partes iguales, obtendrás un montón de papeles en forma de rectángulo, una vez los tengas todos, coge dos folios enteros y escribe en uno de ellos “lo que SI depende de ti” y en el otro “lo que NO depende de ti”.

Una vez tengas los dos, los colocas en el suelo o en una mesa grande, yo prefiero en el suelo porque me da más prospectiva.

Empieza a escribir cada trozo que has cortado con situaciones o cosas que te estén afectando o incomodando, cuando tengas todos escritos, colócalos debajo de cada folio, de lo que SI o NO depende de ti.

Una vez hayas colocado todas las hojitas debajo de cada folio, viene el momento de analizar cuantas cosas dependen de ti y cuantas cosas no dependen de ti. A continuación, analiza si hay alguna hojita que podría cambiar de fila y por qué.

¿Hay muchas hojitas en la fila de lo que NO depende de ti?

¿Hay muchas hojitas en la fila de lo que SI depende de ti?

¿Cómo te sientes al verlo desde arriba o en prospectiva?

¿Te gustaría cambiar esta realidad?

Contacta conmigo y tendremos una sesión gratuita para poder compartir, te ofreceré soluciones para que puedas tener otra visión al respecto.

Recuerda: “Cada uno es libre de sus actos y responsable de sus consecuencias”.